LAS COSAS SIMPLES DE LIMA

ESTIMADO DARIO :

Celebro que estés entre nosotros y espero que promovamos un encuentro para charlar largo con los amigos afines, que como tú perciben de nuestra ciudad algo más de lo que los sentidos nos pueden permitir. Bien decía el Zorro al Principito: Lo esencial es invisible a los ojos. Y Lima contiene mucha belleza intrínseca, mucha historia, mucha música y poesía, que nos hacen sentir por ella un inmensurable cariño, por encima de sus también notorios contrastes y paradojas. Lima es el hogar, los jardines queridos, los parquesitos frente al mar, los huecos para degustar el ceb(v)iche al medio dia, los dulces coloniales al caer el sol, los anticuchos y picarones y otras delicias al anochecer. Cada limeño tiene su rincon preferido para caminar, sentarse a charlar, para disfrutar la vida en compañia o a solas, para meditar. No importa que no tengamos metro ni tren eléctrico, no importa que no existan rascacielos, ni colosales puentes ni enormes castillos que rivalicen con los europeos ni que las proezas arquitectónicas de las grandes ciudades sólo tengan aqui un cándido remedo. Se está contento en Lima, a pesar de todo, porque como dices, hay cosas simples, más importantes de lo que creemos, que nos procuran bienestar en el cuerpo y en el alma. Y también, hay ciertamente, mucho trabajo por hacer para mejorar nuestra ciudad. Y como dice nuestra Constitución, el trabajo es una forma de realización de la persona. Es cosa de empezar por algo. Un amigo me habló un día de crear una ONG dedicada a incentivar que la gente no tire papeles al suelo. Mientras me hablaba, me venía a la mente parques, playas, plazas, paraderos, calles y un río Rimac limpios de verdad. Que bonito sería tener una Lima ecológica, segura, Ciudad Jardín, de enormes alamedas, multiplicando ambientes inspiradores de optimismo y de bien estar, como la Quinta Heeren, el mirador de Barranco, el malecón de La Punta (Callao), la propia Avenida Arequipa, el Olivar de San Isidro y recuperar espacios como la Alameda de los Descalzos y el Paseo de Aguas. Una ciudad florida, plena de historia, segura, una ciudad parque, con bibliotecas al aire libre, con espacios públicos donde todos los ciudadanos sin distingos pudieran ejercer libremente su derecho fundamental de participar del arte en su infinita diversidad.

En fin, acucioso Darío. Bienvenido a Lima, que sigas disfrutando las cosas simples de nuestra ciudad. Y no dejes de escribir tus impresiones sobre JARANA, que es el acontecimiento criollo de la temporada.

Un gran abrazo

CARLOS RODRIGUEZ ROSALES
Grupo de Estudios EL TONDERO
Suscrito a la red



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27.04.10

"Celajes, florestas y secretos: Una historia del vals popular limeño", libro de los investigadores José Antonio Lloréns Amico y Rodrigo Chocano Paredes, que fue hecho público en febrero de este año, es la publicación más reciente sobre la historia del vals peruano y una infaltable fuente de consulta para los investigadores y amantes del criollismo peruano.



He aprovechado mi viaje a Lima para comprar el libro aquel, el cual lo leeré con mayor detenimiento cuando regrese a Melbourne, Australia. Sin embargo, le he dado una mirada rápida al mismo notando que se me menciona en varias partes del libro y, como siempre reviso la bibliografía de los libros que leo, me llené de mucha satisfacción al comprobar que entre las fuentes consultadas figuran 12 artículos míos. Es por ello que me permito agradecer a los autores del libro aquel por haberme considerado entre las fuentes de consulta, lo cual me incentiva a seguir investigando y trabajando desinteresadamente en el estudio y difusión del folclore costeño del Perú, para un mejor conocimiento y entendimiento del mismo, puesto que no se ama lo que no se conoce.



Lima, mi vieja Lima, cada vez se moderniza más. Solamente espero que las autoridades comprendan que si muy bien el modernismo es necesario, pues también hay que saber preservar lo tradicional ya que ello forma parte de la cultura e historia de Lima, incentivando el turismo, interno y externo, que genera ingresos y crea fuentes de trabajo.



No había pasado mucho tiempo de mi llegada a Lima, hace 10 días, y la ciudad empezó a temblar. No sé si temblaba por mi presencia o los temblores aquellos, de la semana pasada y de ayer, eran movimientos telúricos que ocurren con frecuencia. De todas maneras, me estoy portando bien, por si acaso, y tratando a mi Lima con el cariño y amor que siempre le he brindado.



Me llamó la atención una feria de libros que se llevó a cabo la semana pasada en el patio de Palacio de Gobierno. Como estoy lleno de anécdotas, me pasó algo que, pienso, se debe a la mentalidad de algunas personas al respecto. Resulta que me encontraba en la reja de Palacio haciendo mi cola para entrar, previa revisión por parte de los policías que estaban controlando la entrada. Había una persona delante mío y tocaba que me revisen para entrar, pero, en ese instante, se aparecen dos jóvenes encorbatados y sin hacer cola se acercan donde el policía que hacía la revisión y él, en lugar de pedirles que hagan su cola, los revisa y deja entrar antes que a mí. Le reclamé por ello al policía y le dije que debía hacer respetar la cola, a lo cual él respondió que no me preocupara que también iba a entrar.


Lamentablemente, algunos te tratan como te vistes y como yo estaba en jeans, el policía habrá pensado que hay que darle preferencia a quien llega encorbatado ya que, posiblemente, compre más libros. Al rato, vi salir a los dos encorbatados con las manos vacías y cuando me retiré de la feria pasé al lado del policía aquel despidiéndome de él amablemente, cargando varias bolsas de libros que había comprado.


Algo que aprendí en Australia, donde vivo, fue que no hay que dejarse llevar por la forma como se vista una persona ya que he visto gente de mucho dinero vestirse de lo más sencillo.



Hablando de sencillez, a mí me gustan las cosas simples y sencillas de la vida. Es por ello que el día sábado disfruté lavando mi ropa a mano. En Australia meto toda mi ropa a la lavadora, menos las chompas, pero cuando viví en Perú lavaba mi ropa a mano y ello lo empecé a hacer desde que era niño.



Recuerdo que en uno de mis viajes al Perú, de visita, hace como 10 años, me puse a lavar mi ropa a mano y la empleada que tenían mis padres en ese entonces, una señora joven, se quedó asombrada viéndome lavar. Ella no podía creer que viviendo en Australia esté lavando mi ropa a mano en Lima. Mi mamá me enseñó a lavar mi ropa desde que tenía seis años, le dije, y cuando era adolescente uno de mis "cachuelos" era lavar la ropa deportiva del club de fútbol de mi barrio. Lavaba, a mano, hasta frazadas por lo que hacerlo no era nada nuevo para mí.



Cuando llegué a vivir a Australia, para ahorrarme unos dólares, y por costumbre, lavaba mi ropa a mano. Mis amigos peruanos, que ya tenían tiempo viviendo en Australia, se reían viéndome lavar a mano ya que nadie lava a mano allí. La gente allá mete toda la ropa a la lavadora, pero, pasado un tiempo, cuando mejoró mi situación, me compré una lavadora y desde allí he cambiado de lavadoras y olvidado la costumbre de lavar a mano, más que todo por el ritmo de vida de Australia. Sin embargo, cuando visito Lima me deleito lavando mi ropa a mano y recordando, a la vez, tiempos pasados.



En la Biblioteca Nacional del Perú, en San Borja, se está llevando a cabo una exposición bibliográfica, discográfica, iconográfica y hemerográfica en homenaje a Jesús Vásquez, quien falleció a inicios del presente mes de abril. La exposición aquella, según me informaron en la biblioteca, durará hasta fines de la presente semana.



Ayer me sucedió algo que nunca antes me había pasado. Me fui a la feria de libros del Jr. Amazonas, de donde, normalmente, salgo cargado de libros. Pero ayer salí de allí con las manos vacías, a pesar que estuve escarbando (buceando le dicen ellos) entre montañas de libros. Me ofrecían libros que ya tenía y, luego de varias horas, me tuve que ir a casa igual que como llegué, aunque sudoroso y con algo de polvo encima de tanto "bucear".



Pero el viaje a la feria de libros del Jr. Amazonas no fue en vano ya que al salir de allí me fui a mi antiguo barrio, donde nací, que queda a una cuadra de allí. Recorrí completamente la calle Tigre, primera cuadra del Jr. Ayacucho, que fue donde vi la luz por primera vez y no pude evitar que mi mente vuele hacia mis épocas de niño y adolescente y un bello sentimiento, como de nostalgia, me invada. Lo lamentable fue no encontrarme con alguien que conozca para rememorar el pasado y enterarme de lo que pasa en el barrio.



Ya tengo mi entrada, una invitación que me han hecho, para ir a ver este jueves la comedia musical "Jarana" en el teatro Británico, sobre la cual comentaré después que la haya visto. Por ahora sigo compartiendo y disfrutando del cariño y amor de mi familia, ya que todos ellos viven en Perú; también paseándome mucho por las calles de Lima, que he recorrido tantas veces a pie, llenándome cada una de recuerdos y anécdotas que pasé en ellas. Saludos limeños.


Dario Mejia

Suscrito a la red